La construcción del espacio
El creador que trabaja la materia fílmica, como todo demiurgo, debe armar un espacio para que sus criaturas interactúen y se desarrollen. Este espacio dramatico, no funciona sólo como un recipiente inerte que contiene a los actores, sino que influye en sus motivaciones y acciones.
El espacio cinematográfico se construye principalmente por medio de dos procedimientos técnicos claves en la historia del cine: la puesta en escena y el montaje.
La puesta en escena es un concepto tomado del teatro, pero luego ampliado su alcance por la teoría fílmica y refiere al cuidado de todos aquellos elementos significativos que van a formar parte de lo filmado, lo que se ubica delante de la lente: desde los actores, los decorados y el vestuario hasta el tipo y tamaño de encuadre elegido para cada toma.
Las decisiones estéticas y la construcción del mundo del realizador se juegan en el momento de la filmación. El montaje, procedimiento significativo privilegiado por la escuela rusa de principios del siglo pasado, consiste en la operación de empalmar una toma con otra para crear un continuum que mantenga una cronología.
Aquí el sentido se produce no dentro de cada plano-como en la puesta en escena, sino en el choque o la combinación de un plano con otro. El universo del director se construye no al momento de la filmación sino después de capturado todo, y una vez en la sala de montaje.
Doble programa: Estos dos mecanismos cinematográficos son completamente diferentes pero se complementan para dar forma al mundo que un (buen) director decide representar.
Así se crea un lugar genérico-indeterminado (el departamento puede estar en cualquier lugar del mundo que poco importa) que funciona como reflejo del mundo interno de los personajes. Estos procedimientos confluyen para dar forma a los tópicos de la película: la angustia, la autodestrucción y el encierro sentimental característicos del mundo contemporáneo, en un excelente ejemplo de adecuación entre materia y contenido o materia y forma.
En otra vereda estética encontramos un filme como El señor de los anillos. La comunidad del anillo? (Peter Jackson-2001) que se sustenta en la grandeza visual para figurativizar la odisea descomunal de un pequeño ser que debe vencer a las huestes del mal casi sin ayuda y por designio de fuentes que no alcanza a comprender.
Para construir visualmente la inmensidad de tal tarea heroica, Jackson opta por usar planos largos de los majestuosos paisajes de Nueva Zelanda, con una gran amplitud de campo que literalmente abre el espacio y deja que lo majestuoso y lo horroroso (ver las cavernas de Moria) dominen la pantalla.
Aquí la grandeza se afirma en la profusión impecable de vestuarios, decorados y paisajes naturales. La diversidad recrea el ojo y lo oxigena mientras que la repetición y la escasez lo necrosa y asfixia. Estos dos casos concretos muestran cómo las decisiones tomadas al momento de representar un espacio fílmico no son inocuas, sino que vehiculizan innumerables significados y la cosmovisión particular de un artista.
El espacio está cargado de sentido.
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